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Image by Goutham Krishna

La gloria de Dios: el peso del asombro

  • Foto del escritor: Truth Be Told
    Truth Be Told
  • 1 oct
  • 3 Min. de lectura

¿Alguna vez has conocido a alguien cuya presencia simplemente... te hacía sentir diferente? Quizás no estuviera hablando de cosas espirituales, pero había una paz innegable, una profundidad profunda o una gracia inusual en él. Lo que quizás estabas experimentando es algo verdaderamente profundo: la gloria de Dios que habita en una vida.


Es un concepto rico en profundidad teológica, pero intensamente práctico. Va más allá de las definiciones abstractas de la majestad de Dios y describe una realidad tangible donde la Divinidad se manifiesta a través de una persona común.


La gloria de Dios: más que un sentimiento


A menudo entendemos la «Gloria de Dios» como su perfección intrínseca, su magnífico poder o la impresionante belleza de la creación. Es el peso o el valor mismo del ser de Dios, su esplendor inherente.


Pero la pregunta entonces es: ¿Cómo nos conectamos, como seres finitos, con esta gloria infinita? ¿Y cómo interactúa con nuestra existencia diaria?


Glorificamos a Dios al reflejar su valor en todo lo que hacemos: mediante nuestro amor, nuestra confianza, nuestra ética de trabajo, nuestras relaciones y nuestra búsqueda de la santidad. Esto significa alinear toda nuestra vida con la comprensión de que Dios es la realidad suprema, el ser más valioso y magnífico que existe. Hacemos que Dios se vea grande en nuestras decisiones, acciones y nuestro propio carácter.


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Cuando la gloria descansa: una presencia inconfundible


Cuando hablamos de la gloria de Dios que "reposa" sobre la vida de alguien, nos referimos a algo más profundo que simplemente intentar hacer el bien. Significa un estado en el que una persona se ha entregado tan plenamente a Dios que se transforma en un instrumento vivo para su presencia, poder y carácter manifiestos. Significa que el valor y la magnificencia inherentes de Dios se manifiestan activamente a través de esa persona.


Piénsalo así: la palabra hebrea para gloria, "kavod", significa literalmente "pesado" o "de peso". Cuando la gloria de Dios descansa sobre ti, hay un peso —una sustancia, una importancia— en tu vida que va más allá de tus capacidades o personalidad naturales.


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¿Cómo se ve esto?


Esta no es solo una experiencia mística para los antiguos profetas. Si bien las narraciones bíblicas muestran manifestaciones poderosas y tangibles, el reposo de la gloria de Dios puede verse tanto de manera dramática como en la transformación silenciosa y constante del carácter:


  • Una Presencia Poderosa: Puede que no brilles como Moisés al descender del Monte Sinaí, pero los demás percibirán una paz, convicción e incluso autoridad inconfundibles en tu presencia. Se percibe un cambio sutil pero tangible en la atmósfera al entrar en una habitación. Tus oraciones pueden tener un poder extraordinario, propiciando avances, sanación o una guía clara.


  • Carácter Transformado (El Fruto del Espíritu): Esta es quizás la manifestación más común y profunda. Cuando la gloria de Dios descansa sobre ti, manifiestas sin esfuerzo el Fruto del Espíritu: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre y dominio propio, incluso bajo inmensa presión. Tus reacciones ante la adversidad son contrarias al instinto humano natural, mostrando una influencia divina.


  • Influencia y favor sobrenaturales: Al igual que José, quien prosperó en todas las situaciones, podrías encontrar favor sobrenatural en tu trabajo, tus relaciones y tus responsabilidades. Surgen oportunidades, los obstáculos se disipan y tus esfuerzos producen resultados que superan con creces tu capacidad natural. Las personas a tu alrededor podrían confesar: "¡Sin duda, Dios está con esta persona!".


  • Un testimonio vivo: Tu vida misma se convierte en un testimonio convincente e innegable. Tu integridad, tu capacidad de perdonar, tu generosidad, tu silenciosa resiliencia: estas "buenas obras" se convierten en un faro que impulsa a otros a "dar gloria a vuestro Padre que está en los cielos" (Mateo 5:16). Te conviertes en un anuncio vivo y palpable de la bondad y la realidad de Dios.


Vivir bajo el peso del asombro


Cuando la gloria de Dios habita en tu vida, ya no vives solo para ti. Te conviertes en un conducto radiante, fructífero y poderoso para la presencia de Dios en el mundo. Das a conocer la realidad invisible de su valor, belleza y poder a todos los que te rodean.


Es un llamado a una entrega más profunda, a una mayor intimidad y a una vida vivida con intencionalidad: una vida que no sólo es buena, sino gloriosa, porque está llena de la esencia misma de Dios.


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¿Qué opinas sobre experimentar la gloria de Dios? ¡Comparte tus ideas en los comentarios!

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"Yo soy el camino, la verdad y la vida." ~Juan 14:6~

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